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Hillary Clinton y el coqueteo con los migrantes 

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Por: Eduardo González Velázquez (@contodoytriques)

La carrera por la presidencia de Estados Unidos ha iniciado, y con ello la temporada de promesas, que pueden o no cumplirse, ha comenzado a llegar. Sin duda, el voto hispano tiene un peso específico significativo para poder acceder a la Casa Blanca, eso lo saben los precandidatos, por tal motivo algunos han comenzado el acercamiento con la comunidad hispana “con o sin papeles”. Desde luego, los niveles de aproximación y el alcance de las promesas son diferentes según sea la trinchera: republicana o demócrata.

La primera que ha entrado al ruedo de los migrantes latinos es Hillary Clinton. Sabedora no solo del creciente apoyo hacia los demócratas, sino de las promesas no cumplidas del presidente, Barack Obama, a pesar de lo cual los hispanos le ratificaron su confianza para su reelección; esta semana la ex secretaria de Estado, en un evento con estudiantes del Rancho High School en las Vegas, Nevada, marcó su posición con respecto a los once millones de migrantes “indocumentados” en la Unión Americana.

De manera abierta respaldó la puesta en marcha de una vía “completa e igualitaria para que los indocumentados accedan a la ciudadanía” estadunidense. “No podemos esperar más”, remató Clinton. En el terreno de la “ciudadanía completa” no podemos hablar de recibir algunos derechos y otros no, por el contrario, si de lo que se trata es de sacar a los millones de migrantes de su “ciudadanía a la mita”, los derechos que deben recibir, así como las obligaciones debe de ser los mismos que tienen los estadunidenses. Nada más, pero nada menos.

Resulta de suma importancia que para Hillary, la reforma migratoria también sea la apuesta “necesaria y correcta para la economía”. Esto se alinea a lo que muchos hemos venido diciendo en el sentido de las ventajas económicas que tendría para el gobierno la “legalización” de la mano de obra migrante. De esa manera los salarios de los latinos aumentarían y con ello su capacidad de compra,  y en consecuencia el pago de impuestos por el consumo realizado. Si bien, la legalización de los “sin papeles” traería una serie de responsabilidades para el Estado, estas no tendrían un costo mayor a lo recaudado por las autoridades fiscales.

Desde luego, que no es gratuito que el anuncio haya sido lanzado en el estado de Nevada, donde Barack Obama obtuvo dos de tres votos en las dos elecciones pasadas. Por otro lado, el anuncio se hizo frente a estudiantes quienes al salir de la preparatoria no podrán continuar sus estudios universitarios, no obstante la Acción Diferida puesta en marcha en 2012 que solamente ha detenido su deportación. Lo cierto es que millones de jóvenes “sin papeles” al cumplir 18 años experimentan un significativo cambio cualitativo en sus relaciones con la sociedad: en principio, las leyes los tratan de manera diferente a como eran tratados en la infancia, lo cual los margina de varios escenarios a los que acceden los jóvenes adultos estadunidenses, por ejemplo, en varios estados no pueden obtener una licencia de conducir, abrir una cuenta bancaria, obtener un crédito y solicitar un empleo, todo esto complica demasiado su vida en Estados Unidos. Es como si al llegar a los dieciocho años, el Estado les dijera: “ahora para mí no existes”.

No es la primera vez que la precandidata demócrata apoya disposiciones a favor de los migrantes, aunque jamás había llegado tan lejos. Incluso, en 2008 afirmó que nos estaba a favor de otorgar licencias de manejo a “indocumentados”; y apenas el año pasado sentenció que “los niños por el hecho de llegar a la frontera no quiere decir que puedan quedarse”, en referencia a los miles de menores que arribaron en 2014 a Estados Unidos (La Opinión, 5 de mayo de 2015).

No deja de llamar la atención que mientras 57 por ciento de los estadunidenses respaldan la “regularización” de los “sin papeles”, según una encuesta de NBC; los precandidatos republicanos, Ted Cruz, Marco Rubio y Jeb Bush rechazan directamente cualquier vía de regularización de los migrantes. A querer o no, desde el inicio del proceso electoral los republicanos dan muestras de no entender la dinámica político-electoral de los hispanos, que a pesar de que los once millones de “sin papeles” no acuden a las urnas, es un hecho que la comunidad latina en su conjunto se presenta como uno de los factores decisivos en la carrera para determinar quién será la persona que ocupará la presidencia de Estados Unidos a partir de enero de 2017.

Si bien, ninguno de los candidatos republicanos apoya la “regularización” de los “indocumentados, tampoco hay garantía de que Hillary Clinton lo vaya a conseguir. Al final del día, da la impresión de convenir más no cumplir la promesa de sacar de la oscuridad a los “ilegales”, porque de esa manera la “zanahoria de la ciudadanía” sigue utilizándose en cada campaña electoral para el coqueteo político con millones de ciudadanos a la mitad que no logran regularizar su estatus migratorio.

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